miércoles, 6 de noviembre de 2013

LA PÚA

Un día J. Ramón y Platero estaban en el prado y el poeta observó que su querido burrito cojeaba. Le cogió la pezuña y conprobó que tenía clavada una púa de naranjo. Sin dudarlo tiró de ella y se la saco luego se fueron al arroyo de los libios amarillos para que el agua le curara la herida.
Después se fueron hacia el mar  aun cojeaba iba de tras de su dueño y con el hocico acariciaban la espalda de Juan Ramón agradeciéndole  que le había quitado el dolor.

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